Colegios de Alicante
Enclavado en el corazón de la ciudad de Alicante con más de un siglo de historia se encuentra el Colegio nuestra Señora del Remedio. En su origen el Asilo Escuela Ntra. Sra. del Remedio nació por la iniciativa de un grupo de señoras alicantinas bajo la protección de la Patrona de Alicante, la Virgen del Remedio. El fin de esta fundación era albergar, instruir y alimentar a los niños pobres cuyos padres no podían ocuparse de ellos por tener que dedicarse a su trabajo, campo, talleres, muelle y, sobre todo, las madres que trabajaban en la fábrica de tabacos.
Nuestro centro tiene como origen el proyecto creado por el Rvdo. D. Liberato Rovira y el Rvdo. D. Fernando Magro. Su esfuerzo e ilusión hicieron germinar las Escuelas Parroquiales San Juan Bautista. Unas escuelas modestas, ubicadas en los salones colindantes a la parroquia, que nacen con el objetivo de cubrir las necesidades educativas de nuestro barrio, en especial, para aquellas familias comprometidas con la Fe cristiana.
En el año 1958 en un cursillo de la HOAC se asume el compromiso de “dedicarse a los más pobres de la ciudad y ayudarles todo lo que pudiera a salir adelante”. Por entonces nadie subía hasta las cuevas que había a las afueras de la ciudad, en los descampados de lo que posteriormente sería Juan XXIII, más allá de las esporádicas visitas de la Guardia Civil.
Nuestro centro hace 60 años surgió para cubrir una necesidad imperiosa: alfabetizar al obrero cristiano, de ahí su nombre en aquel momento I.S.O. (Instituto Social Obrero); siendo la Iglesia la única institución que dio respuesta a esta necesidad.
El barrio de los Ángeles, donde está enclavado el Colegio, era en los años 50 una zona de Alicante prácticamente sin urbanizar, que acogía a familias procedentes de La Mancha, Andalucía y otras regiones de España que emigraban hasta aquí en busca de mejores condiciones de vida.
Un singular y muy hermoso jazminero que plantó Pepe el Sacristán adorna y perfuma la entrada del Colegio permanentemente abrazado al templo parroquial que le dio vida y nombre. A través de sus ventanas dirige su mirada a los cuatro puntos como señal de acogida, de forma absolutamente gratuita, a los que a él acuden solicitando un puesto escolar, sin distinción de sexo, raza, lengua o credo.