Nuestro obispo y pastor diocesano Monseñor José Ignacio Munilla publica esta carta y mensaje para la Cuaresma que iniciamos hoy Miércoles de Ceniza:

Ceniza de color azul y amarillo

Es justo y necesario que nos indignemos ante la guerra iniciada en Europa, aunque solo sea por el hecho de mostrar una resistencia moral frente a una intolerable violación del derecho internacional. Es obvio que quien ha iniciado estas hostilidades se ha hecho acreedor de la parte principal de la responsabilidad del conflicto. Dicho lo cual, la Iglesia Católica va más allá de esta primera aproximación a la realidad, haciendo dos importantes propuestas:

Por una parte, el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, ha manifestado públicamente el ofrecimiento de la Iglesia Católica para mediar en este conflicto. Y lo ha hecho después de que el Papa Francisco acudiese en persona el pasado viernes a la sede diplomática de Rusia ante la Santa Sede para pedir el cese de las hostilidades y el retorno a las negociaciones.

La perspectiva de la Iglesia Católica ante este conflicto se refleja con claridad en el llamamiento realizado por el Papa a los responsables políticos: «Una vez más, la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas». No es difícil percibir en estas palabras una referencia al pulso entre Rusia y Estados Unidos. Ucrania no pasa de ser el actual ‘punto caliente’ sobre el que acontece el conocido enfrentamiento geoestratégico que prolonga la llamada ‘guerra fría’.

Recordemos lo acontecido en la llamada Crisis de los Misiles de 1962, y extraigamos conclusiones. El 25 de octubre de 1962 el Papa San Juan XXIII dirigía su conocido mensaje suplicando la paz “a todos los hombres de buena voluntad” (el texto había sido enviado previamente a las embajadas soviética y americana en Roma). Al día siguiente, Khrushchev enviaba una carta a Kennedy en la que proponía un debate sobre desarme y exigía la renuncia estadounidense a invadir Cuba. Kennedy por su parte, respondía prometiendo que cesaría el bloqueo a la isla, si la URSS sacaba las rampas de misiles soviéticos. Finalmente, el 28 de octubre, Khrushchev aceptaba la propuesta de Kennedy.

De forma semejante a como en aquel momento crítico en el que estuvo a punto de estallar una tercera guerra mundial, se consiguió el desbloqueo con la cesión de ambas partes, sería deseable que se produjese en la actualidad un acuerdo semejante. No son sensatas las posturas maximalistas que se limitan a invocar el derecho a reforzar sus alianzas militares, olvidando que esto es percibido por la otra parte como una amenaza. La paz requiere de renuncias y sacrificios. Para poder llegar acuerdos políticos, se requiere tener juego de cintura por parte de todos.

Pero además de esta reflexión moral y de su ofrecimiento para una posible mediación, el Papa nos ha invitado a todos a que demos una respuesta conjunta y adecuada este Miércoles de Ceniza ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Estas han sido sus palabras: “Jesús nos enseñó que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno. Invito a todos a que el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, hagan una Jornada de ayuno por la paz. Animo de manera especial a los creyentes para que ese día se dediquen intensamente a la oración y al ayuno. Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra”.

Algunos se preguntarán en qué se fundamenta el convencimiento del Papa de que la oración y el ayuno sean el instrumento adecuado para invertir el decurso de estos dramáticos acontecimientos. En el evangelio de San Mateo descubrimos un misterioso pasaje en el que los discípulos preguntaban a Jesús el motivo por el cual ellos –a diferencia de su Maestro— no habían podido liberar a un joven de una posesión diabólica, a lo cual Él respondió: «Esta especie solo puede ser expulsada con la oración y el ayuno» (Mt 17, 21).

La ceniza que se impone sobre nuestras cabezas en el inicio de la Cuaresma, es un signo de la llamada a la propia conversión, y esta será nuestra principal aportación para la llegada de la paz. Decía el escritor italiano Vittorio Messori: «El revolucionario es el que quiere cambiarlo todo menos a sí mismo. El cristiano es el que quiere cambiarlo todo empezando por sí mismo.»

Por lo demás, a pesar del impacto que nos ha causado a todos el inicio de un conflicto armado en Europa, tengamos en cuenta que la guerra no ha llegado ahora, sino que no se había ido… Acaso sea esta una buena oportunidad para crecer en sensibilidad hacia tantos conflictos que están fuera del interés mediático. ¡Os deseo a todos una fructuosa Cuaresma!

 

José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de Orihuela-Alicante

>