Uno de los momentos más especiales del año en nuestro Colegio es la Jornada del Domund. No sólo porque es una tarde de celebración y fiesta, sino por la implicación que supone por parte de toda la Comunidad Educativa.
La merienda dura apenas dos horas, sin embargo el trabajo de profesores, alumnos y familia, es mucho mayor: la elaboración de las manualidades que después se venderán en el mercadillo solidario; la aportación de las familias, tanto económicamente con el donativo para el Domund, como con los ingredientes imprescindibles para la Jornada: el bizcocho, las tabletas de chocolate y los refrescos; la ayuda de los alumnos de cuarto de la ESO con los más pequeños, con el montaje de mesas, la venta de manualidades, el reparto de la merienda; o la labor organizativa y de supervisión de los tutores.
Son muchos elementos los que hacen que la celebración del Domund se haya convertido en una fecha imprescindible de nuestro calendario. Por un lado, la oportunidad de colaborar con los que más lo necesitan. Por el otro, la posibilidad de encontrarnos en un ambiente festivo y solidario. Sin olvidarnos de lo que supone, como Colegio Diocesano, participar en una campaña tan significativa para la Iglesia en todo el mundo.
La Jornada empezó a las tres de la tarde el pasado 20 de octubre. Algunos alumnos de cuarto de ESO se repartieron por las clases de infantil para ayudar con el maquillaje de los más pequeños. Otros se dedicaron al montaje de mesas para colocar posteriormente el mercadillo y el reparto de merienda. Un tercer grupo se ocupó de repartir las bandejas de bizcocho y chocolate por las aulas. Durante este tiempo los padres que lo desearon pudieron acudir a una charla informativa sobre el Domund que se encargó de preparar Don Felipe, párroco de la Misericordia. Un poco antes de las cuatro se abrieron las puertas del Colegio para acoger a todos aquellos que deseaban participar de esta fiesta. Padres, amigos, antiguos alumnos, familiares, llenaban los patios del Centro, así como los alumnos de primero, segundo y tercero de ESO, que a pesar de no tener clase esa tarde no quisieron perderse la Jornada del Domund. Todos ellos, toda la Comunidad Educativa, tuvo un comportamiento ejemplar y por eso desde aquí os damos las gracias. Y gracias también por la aportación económica, tan necesaria, y que como siempre ha sido generosa. Tampoco faltó la presencia de JMV que son un testimonio de la opción de los jóvenes por los más pobres. Antes de las cinco de la tarde, y una vez más con la colaboración de los alumnos de cuarto, ya estaba todo recogido. Había terminado la merienda. Había pasado un año más. La Jornada llegaba a su conclusión.
No quisiera acabar sin reiterar la emoción de comprobar que cada año es mayor el número de antiguos alumnos, de distintas promociones y distintas edades, que no quieren perderse esta cita, que esperan ese momento, esa tarde, esa fiesta, en la que evocan, tal vez, la esencia de lo que han vivido en el Colegio, en “su cole”: encuentro, solidaridad, Iglesia. Valores que les acompañan y que dan testimonio de lo significativa que es la Jornada del Domund para todos nosotros. Una vez más, gracias.
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