Los momentos importantes en la vida hay que celebrarlos en familia.
Por eso, el pasado jueves, 20 de junio, al comienzo del festival de fin de curso, estando reunida la gran familia educativa del Colegio Diocesano LA MILAGROSA (alumnos, padres, madres, abuelos, profesores, amigos,…), celebramos un acto, no de despedida sino de agradecimiento.
Mª Ángeles y Asun, después de una más o menos numerosa cantidad de años trabajados, empiezan una nueva etapa: el merecido descanso.
Unas compañeras le hicieron entrega de un obsequio. Un jarrón que, una vez abierto se colocó sobre una mesa que teníamos preparada.
La vasija de barro es uno de los primeros recipientes que se inventaron para almacenar aceites, vino,… Igual que el barro es capaz de absorber la esencia de aquello que contiene, este colegio, guarda entre sus aulas, la esencia de aquellos que pasan por él. Como Mª Ángeles y Asun.
Quisimos que ellas se llevasen algo de lo que nosotros pudiéramos darles, que se impregnaran de nuestro perfume, de nuestro cariño y de nuestra admiración.
– Por el trabajo bien hecho.
– Por el servicio desinteresado.
– Por el amor recibido
– Por el tiempo dedicado.
– Por los sueños compartidos.
– Por lo enseñado y lo aprendido.
Así pues, alumnos actuales, ex-alumnos recientes, antiguos alumnos y alumnos compañeros fueron llenándoles las jarras de rosas rojas; simbolizando, de esta manera, el perfume de la gratitud por tantos años de dedicación.
Después de los besos, abrazos y aplausos de rigor, comenzó el festival.
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