UNA VIDA DEDICADA AL ORATORIO FESTIVO: el profesor don Jaime Verdú, en la celebración de su jubilación:
Queridos amigos, querida familia:
Vaya por delante mi agradecimiento a todos y cada uno
de vosotros por vuestra presencia.
Gracias, también, a los que no han podido estar y me
han hecho llegar su afecto y su cariño. Y ¿cómo no? a
la Comisión encargada de organizar este acto (y a las
personas que me han precedido en el u so de la
palabra).
Permitidme que inicie este discurso, agradeciendo a D.
Antonio Roda (Director) y a D. Manuel Cayuelas
(sacerdote) por haberme abierto las puertas de este
Colegio.
Gracias, también, al Obispado y a cada uno de los
representantes y responsables del mismo por haberme
acogido en esta gran familia durante todos estos años,
haciendo de él mi segunda casa.
Gracias, a todos los sacerdotes y compañeros con los
que he compartido clases, claustros y tantas y tantas
vivencias enriquecedoras.
Gracias, a mi madre, hoy muy enferma, porque hizo
toda clase de sacrificios para que pudiera estudiar y hoy
esté aquí con todos vosotros.
Gracias, a mi familia, especialmente a mi mujer, por
entender mi dedicación y entrega a este “especial
trabajo”.
Gracias, a mis hijos Jaime y Mariola por las
oportunidades que dejé de estar con ellos a causa de mi
entrega al ORATORIO.
Gracias, a mi nuera, Inés y a mi nieta Vega por su
presencia y por ser lo mejor que la vida me ha traído
últimamente (…).
¡Y cómo no! Gracias, a Dios, por ayudarme cada día en
la labor docente.
Un saludo especial a los profesores jubilados que me
acompañaron en mi trayectoria profesional, aunque no
estén aquí. Con ellos he convivido durante casi toda mi
carrera docente y los tengo en gran estima.
Quiero volver a traer al corazón, ante vosotros, muy
especialmente, a Directores titulares como el querido
Rvdo. D. Antonio Roda López (que desde el primer
momento confió en mi como persona) y al Rvdo. D.
Antonio Roca Cabrera, mis primeros Directores Titulares
y de los que aprendí a ser generoso y paciente; que en
Paz descansen.
A los Rvdos. D. Juan Antonio González Magaña, D. José
Luis Casanova Cases, D. José Luis Úbeda Sierras y D.
Eloy Martín García, ex-Directores Titulares de los que
disfruto, actualmente, de una gran amistad.
Y, también, quiero recordar a compañeros que nos
dejaron hace algún tiempo para ir al encuentro con el
Señor: a inolvidables profesores y amigos como D.Jaime
Barber Pérez, D. Francisco Aparicio Pérez, D. Francisco
Cordones Navarrete, personal de Administración y
Servicios, como D.Francisco Soler, persona de confianza
de D.Antonio Roda y al Conserje Pepe; los dos muy
buenas personas. Conservo de todos ellos
entrañables recuerdos que me hacen seguir
queriéndolos.
Agradecer, como es de justicia, el trabajo de todos los
padres y madres que me acompañaron en mi quehacer
diario, según las responsabilidades que ostenté en mi
trayectoria, como fueron: el Consejo escolar y la AMPA;
en unos momentos de la Historia del Colegio en los que
fue muy importante su colaboración; así como, a los
compañeros de Administración y Servicios, muy profesionales ellos; un equipo del que siempre ha
trascendido que su profesionalidad y servicio, ha sido
leal, entregado y generoso.
Un último recuerdo muy especial, a todos aquellos
alumnos que han pasado por mis aulas durante estos
años y no hay mejor manera de hacerlo que citando a
Miguel Hernández en unos de sus versos:
“Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios…”
Con lo que entiendo, parece señalar, que los ojos
encuentran su sentido cuando miran lo que desean y se
encuentran con la mirada amada del otro en un acto
complaciente.
Amigas y amigos, el acto de hoy, más que para celebrar
mi jubilación, tiene que servir para fortalecer o revivir los
vínculos de esta gran familia que somos el Claustro de
Profesores y Personal de Administración y Servicios del
Oratorio Festivo.
Este momento, encierra para mí una sensación triste y
alegre a la vez, un sentimiento agridulce; porque he
tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y de
haber estado acompañado de buenos Claustros de
profesores, excelentes Equipos directivos y eficaces
personas en la Administración y Servicios. ¡A todos,
muchísimas gracias!
Me ha llegado la jubilación casi sin darme cuenta.
Durante los 39 años de docencia (primero, como
Profesor en Educación General Básica y después como
Profesor de Secundaria) no todo han sido alegrías, como
es lógico; también, han habido problemas, tensiones,
desencuentros, etc. Pido disculpas a todo aquel que se
haya sentido mal por algún comportamiento sentido
como inadecuado de mi parte; os aseguro que no he
tenido conciencia de ello y ha sido involuntario.
Me voy con la satisfacción personal de haber dado
siempre un paso adelante cuando el Colegio así lo ha
necesitado (Director Pedagógico 1.982-89 y 1995-99),
Jefe Departamento de Lengua y Literatura, durante 25
años), etc.; y uno atrás cuando no he estado en la línea
que se me exigía; pero satisfecho por la entrega a mi
labor docente y a los niños y niñas que han pasado
durante todo este tiempo por mis clases.
También deciros que me he sentido reconfortado,
reconocido y querido por todos vosotros, por los padres
y madres y por los alumnos y alumnas con los que he
tenido la suerte de relacionarme; porque, siempre, he
recibido de todos: ¡respeto!
Me llevo lo mejor de cada uno de vosotros: el
entusiasmo, las ganas de ser los mejores, los grandes
deseos de beneficio común y de buenas utilidades para
el Colegio; y espero que en mi ausencia continuéis
dando lo mejor, con todo el ánimo y la fortaleza para que
se sigan alcanzando los buenos estándares que hemos
logrado hasta la fecha y aún más.
Amigos y amigas, que María Auxiliadora os guíe y os dé
salud para continuar en la tarea de educar con amor
para conseguir el Objetivo, que en palabras de San Juan
Bosco, es : “Formar honrados ciudadanos y buenos
cristianos”. Y, en consonancia con ello, ser maestros
que dais un sentido a la escuela, al estudio y a la cultura;
sin reducir todo a la sola transmisión de conocimientos,
sino apuntando a construir una relación educativa con
cada alumno, que debe sentirse acogido y amado por
aquello que es, con todas sus limitaciones y sus
potencialidades.
Os animo a seguir trabajando para cumplir con la
identidad y el perfil de esta institución educativa católica
desde su creación, que a mi entender es:
“Amar con mayor intensidad a sus estudiantes más
difíciles, más débiles, más desfavorecidos; amar más a
los estudiantes que no quieren estudiar; aquellos que se
encuentran en condiciones de privación y a los
discapacitados, que hoy son un gran desafío para la
escuela. En definitiva, trabajar por un colegio cada vez
más inclusivo. No solo son excelentes aquellos que
obtienen óptimos resultados; sino muy especialmente
quienes consiguen progresar desde circunstancias
menos ventajosas, en ocasiones con problemas
familiares, aprietos económicos o dificultades de
aprendizaje”.
Estamos celebrando el Primer Centenario del Colegio,
demos gracias a Dios por habernos acompañado
durante este extraordinario evento. Su compañía y
bendición está presente en todos los momentos del
mismo. Las actividades programadas se cumplieron bien
y demuestran un total amor por el Colegio, del que me
siento un miembro privilegiado.
Muchas gracias a todos, de verdad, de corazón; hoy, me
estáis dando un día muy feliz y me llevo una imagen en
la memoria que cierra horas de Dirección Pedagógica,
de clases y de lecciones de gramática y literatura,
Valenciano, etc.; pero también de vida; por supuesto,
con mis errores y mis aciertos, de los cuales emana la
experiencia, pero siempre con idéntico tesón.
Para despedirme, volver a daros las gracias a todos por
el obsequio con que me habéis distinguido, ofreceros un
fuerte abrazo para cada uno de vosotros y uno especial
para nuestro querido Obispo (D. Jesús), nuestro Director
Titular (D. Ramón) y nuestra Directora Pedagógica
(Lazy).
Finalmente, permitidme que os haga entrega de un
detalle recordatorio de este acto. Se trata de un llavero
muy simbólico, muy nuestro, que no he querido grabar
como propio, porque es de todos, nos pertenece a todos.
¡María Auxiliadora, ruega por nosotros!
¡Hasta siempre!
José Jaime Verdú Simón.
Deja un comentario